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Migración, cuidados y trabajo decente

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Rede Sem Fronteiras / Red Sin Fronteras


A nivel mundial, hasta 2020, se contabilizaban 281 millones de personas migrantes internacionales, lo que equivalía al 3.6% de la población mundial. De este universo, el 48% son mujeres migrantes internacionales y el 52% varones (OIM, 2021).


En América del Sur se observan importantes movimientos intrarregionales, de un total de casi 12 millones de migrantes en América Latina y el Caribe, más del 70% circula en América del Sur. Esta migración intrarregional se mueve principalmente hacia los centros urbanos de Argentina, Brasil y Chile, países que más atraen en números absolutos personas migrantes provenientes, principalmente, de los países andinos y del Paraguay. Las nacionalidades venezolana, haitiana, cubana y ecuatoriana son mayoritariamente las protagonistas de los movimientos. La emigración venezolana es la que ha generado el mayor flujo migratorio en la región con más de 6 millones de personas refugiadas y migrantes, la amplia mayoría en situación irregular. 


Dentro de los nuevos patrones de migración extrarregional existe un aumento significativo, donde el 21% del total de la inmigración procede de otras regiones, como Asia, América del Norte, el Caribe, Europa y África. Ingresan a América del Sur por causas económicas, como solicitantes de refugio, expulsados por conflictos bélicos, persecución política o ideológica como es el caso de la actual inmigración de afganos.


El proceso de feminización de las migraciones es una realidad a nivel global que en América Latina se consolidó en la década de los noventa del siglo XX y ha seguido profundizándose a través de los años. Cuando hablamos de feminización hacemos referencia a un proceso que, no sólo cada día incluye un mayor número de mujeres, sino donde las mujeres se vuelven protagonistas (y no más acompañantes) del evento migratorio, en un entorno que, en términos generales, se vuelve cada día menos garantista de los derechos humanos afectando especialmente a las mujeres migrantes. Los procesos migratorios, especialmente los de mujeres, niños, niñas, adolescentes, afrodescendientes y miembros de pueblos originarios, traen consigo condiciones de alto riesgo a la integridad física y emocional de las personas. También en los países de destino donde conviven con la precarización del empleo y la vulnerabilidad social, lo que dificulta aún más el acceso a medios de vida básicos.


En los países de destino existe una grave carencia de políticas públicas para abordar temas de cuidados, el acompañamiento a personas mayores, de acompañamiento al trabajo doméstico, los cuidados de niños, niñas y personas con discapacidad, entre otros. Estas mujeres desde entonces centrales en el hecho migratorio en la mayoría de los casos son empleadas en los trabajos domésticos y de cuidados en países de las economías centrales donde las mujeres locales dejan de cumplir estas funciones para ingresar al mercado de trabajo; o en países periféricos sustituyendo a mujeres de clase media y alta que también en muchos casos han ingresado al mercado de trabajo. Si bien inicialmente la modalidad era sur-norte; desde hace más de una década en América Latina esta movilidad también se da sur-sur, desde países con menor poder adquisitivo a otros de mayor renta. 


En ambos casos, encontramos mujeres migrantes sustituyendo a otras mujeres (locales) en el trabajo de cuidados y doméstico. Temas que no fueron problematizados socialmente ni resueltos en los países centrales de manera colectiva; por lo que, en uno y en otro caso, se profundiza la división sexual del trabajo sin que existan nuevos formatos planteados por parte de los Estados para resolver de otra manera la reproducción social.


Las cadenas globales de cuidados vienen a remediar los problemas no resueltos por parte de los Estados centrales sobre la reproducción social. La migración internacional  está tan vinculada a los problemas de los países de origen como a aquellos en los países de destino. En los primeros generalmente hay problemas relacionados a la pobreza, violencia, falta de trabajo decente, crisis económicas, climáticas y políticas; y en los segundos, en los países de destino, problemas relacionados a la falta de mano de obra, falta de trabajo decente, barreras burocráticas en la regularización migratoria, existencia de una crisis de demanda en los cuidados debido al envejecimiento de la población, falta de redistribución real de los cuidados a la interna de las familias así como en la comunidad. 


Que las cadenas globales de cuidados siguen estando integradas únicamente por mujeres es evidencia de cómo la división sexual del trabajo sigue siendo lo imperante tanto en los países de origen como de destino. No hay modificaciones sustanciales en los valores tradicionales de la sociedad patriarcal ya que cuando una mujer de un país central se mueve de la realización de las tareas de cuidados, la labor es asumida por otra mujer, en este caso migrante. Sigue siendo un tema de mujeres que contratan a otras mujeres para cumplir con las obligaciones que le fueron socialmente asignadas de acuerdo con un estricto esquema de roles de género.


Un tercer eslabón de esta cadena de cuidados protagonizado íntegramente por mujeres es lo que ocurre con aquellas en el país de origen que también sustituyen a las mujeres que migran al país central. Estas mujeres también en situación de pobreza -la mayoría de las veces integrantes de la familia de la mujer migrante- reciben una remuneración a modo de remesas económicas que implica ciertos ingresos para su manutención y la de les niñes a su cargo. 



Cuando vemos la compleja estructura de los cuidados transnacionales vemos cómo muchos hogares pobres de países periféricos terminan financiando los cuidados de los hogares en los países centrales donde en la mayoría de los casos no se cumplen las características de trabajo decente definidas por la OIT como “la oportunidad de acceder a un empleo productivo que genere un ingreso justo, la seguridad en el lugar de trabajo y la protección social para todos, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres”. (OIT, 1999).


Además cabe señalar que las mujeres migrantes no ven alterados sus roles tradicionales de género, pasan a ser proveedoras pero esto no cambia el peso de la responsabilidad que tienen por no estar presentes. No se liberan de la carga de cuidados y le agregan la carga de la manutención económica. Siguen gestionando los cuidados desde la distancia, suman la función de proveedoras y la culpa de la ausencia. A esto hay que añadir las graves situaciones de xenofobia, racismo y nacionalismos exacerbados en los países de recepción. 


ESTUDIO DE CASO: Reivindicación de la importancia de las  tareas de cuidados y de quienes las realizan

La organización sindical Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla reúne a las trabajadoras y trabajadores domésticos y de cuidados para el reconocimiento y la dignificación del empleo y la construcción de situaciones de equidad, inclusión e igualdad en las condiciones laborales para con el resto de les trabajadores. 

La asociación realiza acciones de conciliación sobre la importancia de los cuidados y lo imprescindible que estos trabajos son para el sostenimiento de la vida, educan sobre las actividades que son parte de los cuidados y cómo estas relaciones contribuyen al funcionamiento del sistema socioeconómico global. Procuran el reconocimiento social, laboral y económico de la tareas de cuidados. 

El pasado marzo de 2023 en una acción conjunta con Asociación Nosotras por los cuidados y el empleo del hogar de Granada, la Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla, la Asociación Huelva para todos y todas, el Colectivo de Trabajadoras del Hogar en Luca de Cádiz y la Asociación de Mujeres cuidadoras sin papeles de Málaga, realizaron un pronunciamiento denominado “Manifiesto Conjunto” donde entre otras reivindicaciones solicitan el reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas migrantes a través de la regularización de las trabajadoras y los trabajadores en situación administrativa irregular. Solicitan la derogación inmediata de la Ley de Extranjería y reivindican que la atención a personas en situación de dependencia no puede seguir siendo solucionada por el empelo de trabajadoras y trabajadores no reconocido. 


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